Los cepillos de dientes están formados por distintos compuestos polímeros que dificultan su reciclado.

Clinica dental Font de la Rosa recomienda reemplazar el cepillo de dientes cada tres o cuatro meses por el desgaste y porque el crecimiento bacteriano a largo plazo puede ser perjudicial para la salud oral. Una medida pensada para garantizar una buena salud dental. Pero, ¿qué ocurre con el medio ambiente?

La mayoría de los cepillos de dientes comerciales están hechos de plástico, un material cuya producción mundial ha crecido de las 2,3 millones de toneladas en 1950 a las 448 millones en 2015, según National Geographic. Esto obliga a tener en cuenta toda una serie de problemas medioambientales porque este tipo de plástico no se rompe y, a menudo, no se recicla. Y más teniendo en cuenta que se calcula que cada año se venden 3.500 millones de cepillos de dientes en todo el mundo.

El material más utilizado para los cepillos de dientes son el polipropileno y el polietileno. Además, contiene una serie de cerdas suaves de nylon,una fibra sintética fuerte y flexible que no se degrada, ni se rompe, lo que hace que el cepillo tenga una vida útil bastante larga. Se calcula que un cepillo de dientes puede llegar a tardar hasta 500 años o más en descomponerse. Y es la presencia de distintos materiales lo que dificulta el trabajo a las plantas de reciclado de envases de estos objetos de higiene personal diaria, igual que ocurre con las maquinillas de afeitar o los bastoncillos de los oídos.

Uno de los mayores problemas del plástico que no se recicla es la contaminación de mares y océanos, que acumulan toneladas de objetos de uso diario sus aguas. Parte de este plástico es fácilmente reconocible: cepillos de dientes, pajitas y bolsas de plástico. Según un estudio, el plástico de un solo uso representa el 25% del material encontrado en aguas marítimas.

Dónde tirar el cepillo de dientes

Con los cepillos de dientes suele producirse uno de los errores más comunes del reciclado de objetos: al tener como material principal el plástico, suele tirarse en el contenedor amarillo, por lo que su destino final no será otro que la incineración o el vertedero. Sin embargo, los cepillos no están considerados como envases (que son para lo que están destinados este tipo de contenedores). Entonces, ¿dónde tienen que tirarse los cepillos de dientes? Para un reciclaje correcto, tendrían que separarse todos sus componentes, un proceso que resultaría muy caro y costoso.

El destino adecuado para este tipo de residuos es el contenedor gris, denominado contenedor del resto de residuos. En él se depositan todos aquellos residuos que no pueden ser ni reciclados ni aprovechados de ninguna otra manera, como otros productos sanitarios y de higiene como las toallitas húmedas u otros objetos como agujas de coser, pañales, lápices, pajitas, gafas, juguetes o arena de gato sucia… Pero lo ideal es llevar los cepillos de dientes a un punto limpio, unas instalaciones públicas que permiten al consumidor llevar residuos domésticos para la reutilización y tratamientos posteriores. En España hay unos 1.740 puntos limpios fijos, según informa Ecoembes.

El año pasado, la campaña Uno menos en el mar consiguió recoger más de 10.000 cepillos de dientes en España con el fin de reciclarlos adecuadamente y convertirlos de nuevo en materia prima.

Más fácil lo tenemos para reciclar la pasta de dientes, que en la mayoría de los casos vienen en un tubo fabricado con distintos tipos de plástico pero que sí son reciclables. Además, los tubos se incluyen en la categoría de envases, por tanto, sí pueden depositarse en el contenedor amarillo (junto con los bricks, las latas de refrescos o las bolsas de plástico).

Cepillos más respetuosos con el medio ambiente

El cepillo de dientes ya cuenta con su cara más amable con el medio ambiente. En el mercado ya han aparecido alternativas al plástico con el fin de dar con cepillos de dientes más ecológicos, hechos de materiales biodegradables y reciclables que incluyen almidones vegetales, con cabezales intercambiables. Algunas de las alternativas ecológicas más innovadores incluyen el bambú o la madera para el mango y cerdas hechas con pelo de jabalí.

¿Y los cepillos de dientes eléctricos?

Los cepillos de dientes eléctricos se incluyen en la categoría de pequeños electrodomésticos. Para muchas personas, son mucho mejores que los manuales porque consideran que la limpieza bucal es mucho más efectiva. Sea cual sea el grado de efectividad, uno de los problemas y dudas que surgen sobre este tipo de productos hace referencia a qué hacer cuando dejan de funcionar.

Pasan de ser un útil electrodoméstico que nos facilita nuestra higiene personal a un residuo. En concreto, hablamos de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), donde se incluyen, además de los cepillos de dientes, otros objetos de uso cotidiano como secadores de pelo, planchas, máquinas de afeitar… todos se vuelven inservibles cuando dejan de funcionar. Los RAEE pueden contener sustancias peligrosas como plomo, mercurio, arsénico, cadmio o gases.

Por tanto, si no se gestionan bien tras su vida útil y no se tratan de forma adecuada pueden suponer también un riesgo para el medio ambiente. Según el Informe de la Comisión de residuos electrónicos de la Oficina Internacional de Reciclaje, está previsto que para 2025 la basura electrónica mundial crezca un 30%, alcanzando así casi los 54 millones de toneladas de desechos de aparatos electrónicos. En las plantas de tratamiento de residuos (puntos limpios) pueden aislarse los componentes peligrosos y reciclar parte de sus materiales.

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